La cena de Makelele (III)

13 abril 2006

Menos mal que el “Sinfín” todo lo que tenía de tonto lo tenía de pacífico. Una vez de pie, abrió los brazos y encogió los hombros en un gesto de “yo no sé nada”. Acto seguido volvió a sentarse, tan lentamente como se había erguido. Volví a la realidad y antes de que aquello pasara a mayores, cogí a Makelele del brazo y lo arrastré hacia la puerta de salida.
Ya en la calle, de camino a su casa, le pregunté: “¿y qué piensas hacer?”.
- No te preocupes, esto es un lío mío, tú acompáñame a jugar que tendría que ocurrir un cataclismo para que estos dos nos ganen. Y si así fuese, eres mi invitado.


¡Más te vale!, pensé. Como tenga que ayudarte a pagar una cena para ochenta personas ya me veo dejando el coche en prenda al dueño del bar y volviendo a casa en el carrito de la Harley con mi mujer y los niños.
Comimos como reyes, los padres de Make se esmeraron en atendernos y vi a mi mujer contenta, cosa que me tranquilizó un poco. La madre le había organizado la tarde, con visita a la iglesia y otros sitios, así que inmediatamente después de los postres se fueron con los niños. El padre se quedó, nos puso un café y se sentó a compartirlo con nosotros. Entonces habló de la partida. Me extrañaba que no lo hubiese hecho antes, sabiendo que era un excelente jugador de mus y que estaba perfectamente enterado a qué veníamos.
- No he querido hablar de esto delante de tu madre para no preocuparla, pero buena la has montado -, le dice a su hijo.
- Eso díselo al cabrón de tu yerno.
- No digas tacos, que sabes que me molesta. El pueblo ha sido un hervidero toda la semana. Nadie hablaba de otra cosa que de la partida, allí dónde fueras. Pero la cosa se ha desmadrado, una cosa es la partida por el café y las copas y otra la locura esta de jugarse una cena para tantísima gente.
- Padre, eso ha sido un arrebato mío, lo reconozco. Me jugué una cena pa los cuatro gatos que había presentes, porque el mamonazo del “Gordo” me tenía hasta los mismísimos con sus bravatas y fanfarronerías. Pero toda esta parafernalia yo no la he montado. Ese tunante se trae algo entre manos, me lo veo venir.

Me pareció oportuno proponer una huída elegante y estaba seguro de que contaría con la aquiescencia del padre de mi compañero:
- Yo creo que es un farol para impresionarte. No existe tal lista ni habrá semejante cena. De cualquier forma, creo al igual que tu padre, que esto se ha salido de tono y lo mejor es dejarlo, buscar una excusa y aquí no ha pasado nada. Puedes ponerme a mí por delante si quieres...

Me interrumpió el padre, mostrándome la palma de su mano derecha con los dedos juntos hacia arriba, en señal de stop.
- ¡Ni lo soñéis! Está en juego el honor de los Escudero. Hay testigos de que has hecho una apuesta-, enfatizó señalando a su hijo, para luego continuar...
- Tienes que acabar lo que has empezado. No voy a poner las manos en el fuego porque lo de la cena no sea un farol, pero las apuestas que se están haciendo no son broma. ¡Y estáis 15 a 1, que lo sepáis!
- ¿15 a 1? ¿Y eso qué es? -, preguntó Makelele mientras mis pulsaciones subían a 3.200 pm.
- Eso es que por cada euro que se apuesta a favor nuestro te pagan 15 -, intervengo con el último hilo de voz que me queda.
- Bueno, al menos estamos como favoritos, ¿no? -, dice el bruto de Makelele.
- No hijo, no. Aquí todo el mundo está seguro que va a ganar el Gordo, por eso se paga tanto si ganáis vosotros. Yo me enteré por tu tía Remigia, que se ha jugado todos sus ahorros.

¡Makelele no era más ingenuo porque no tenía tiempo de entrenarse! Mientras a mi me sudaban hasta la planta de los pies por los nervios, a él se le llenaba la cara de esa sonrisa desdentada, que me daban ganas de cogerlo por el cuello...

- ¡Esa tía linda! Se va a forrar gracias a mí. Soy su sobrino preferido, ella siempre confió en mí. ¡No la voy a defraudar!
- Hijo... mira... resulta que... a ver... la tía... se lo ha jugado todo a favor del Gordo.

2 PERSONAS HAN DEJADO SU COMENTARIO AQUI:

Anónimo dijo...

¿Se puede apostar todavía? ¿hasta cuádo? ¿dónde?
Si alguien lo sabe que porfavor lo ponga aquí.
Gracias.

Anónimo dijo...

Yo le he dado todos mis ahorros a la tía Remigia, que esa señora tiene cara de ser más lista que los ratones colorados.