El primer torneo

05 diciembre 2005

En una ocasión, hace ya bastante tiempo, un compañero de trabajo me invitó a las fiestas de su pueblo. ¡Vente el sábado que hay un torneo de mus! – me dijo.
Por aquel entonces, ya había hecho mis primeros pinitos en este juego entre amigos y familiares. Pero apenas si sabía tener las cartas y acompañar a alguien que supiese jugar. Este que me invitaba sabía mucho, la verdad que sabía y aprendí bastante de él con el paso del tiempo. Pero apuntarme a un torneo me venía grande en aquella época, la verdad.
‘¿Y voy a jugar de compañero tuyo?’ – pregunté. Ahí aprendí que un compañero de mus para jugar un torneo, es una cosa especial. Un buen jugador es difícil que juegue con cualquiera, menos si no conoce como juega y mucho menos, si sabe que es novato. ‘Bueno... yo es que tengo compañero en el pueblo, jugamos todos los años juntos y ya me he comprometido con él, que si no encantado, ya sabes...’ – me respondió con toda diplomacia, ‘¡pero vente con tu cuñado que también le gusta jugar, hombre!’.
El caso es que fui. Convencí a mi joven cuñado, le eché morro y fui. El campeonato se celebraba en el polideportivo del pueblo, auspiciado por el dueño del bar, como suele suceder en las fiestas locales. Habría una veintena de parejas, entre las locales y las que venían de los pueblos vecinos. En el momento de apuntarnos, se acerca mi cuñado y me dice que teníamos que elegir un nombre para la pareja. La costumbre era esa. En el cuadro del torneo no aparecía García y Pérez contra Ramírez y López. Allí era: “Invencibles” contra “Galácticos” (sí, eso de galácticos ya lo usaban los musolaris antes que los periodistas del fútbol se lo apropiaran). Pues estaban entonces “Robapiedras”, “Terminator”, “Farrucos”, “Helguera”, “Pocapicha”, en fin, los nombres más variopintos que os podáis imaginar.
‘¿Y qué nombre nos ponemos?’ – pregunta mi cuñado. A mi me temblaban las piernas de los nervios, así que mis neuronas no estaban como para pensar un nombre apropiado en ese momento. ‘¿Tu de qué signo eres?’ – se me ocurre. ‘De Libra’ – me responde. ¡Pues ya está, nos llamaremos como tu signo del zodíaco: “Libra” – asunto zanjado. Había mucho barullo, gente que entraba y salía, niños corriendo y chillando, no nos conocía nadie y el compañero de trabajo que me había invitado al final no vino al torneo, le surgió un tema familiar y tuvo que volver a la ciudad.
Una vez efectuado el sorteo, llega la primera ronda. En la pizarra ponen, con tiza color rojo: Farrucos – Libra. Hora y pico mi cuñado y yo, en la barra, esperando que se siente alguien en la mesa donde había un papel que ponía “Farrucos – Libra”, para no ser los primeros en sentarnos, que nos daba vergüenza. Allí no se sentó nadie, cayeron unas cuantas cervezas y medio paquete de tabaco mientras esperábamos. Cuando vimos que los que iban acabando entregaban un papel en la mesa de control, cogimos el que había en la mesa con nuestro nombre y lo entregamos poniendo que habíamos ganado 4-0, por supuesto.
En la segunda ronda: Invencibles – Libra. Se repite la situación, desde la barra controlando visualmente la mesa donde estaba depositado el papel con nuestro nombre. Estos eran del pueblo, porque mientras echábamos otras cervezas unos parroquianos comentaban lo contento que estaban el Paco y el Tuerto (los Invencibles) porque les había tocado librar en segunda ronda. Ahí me di cuenta que el nombre que había elegido para la pareja llamaba a la confusión. ¿Qué hacemos?, le pregunto a mi cuñado. ¡Dichosa y atrevida juventud! El niñato me dice que ‘a callar’. que si ganábamos la siguiente nos metíamos en cuartos de final.. Y yo, que se me debió haber desconectado la única neurona que me funcionaba, asentí. A esas horas ya llevaba 36 botellines en el cuerpo, con 4 más me salía. Era inimputable, lo sabía. No se me podía acusar de delito alguno en aquel estado.
Nos tocaba contra “Terminator”, que al parecer habían ganado las dos últimas ediciones del torneo. Ya sabían quiénes éramos. ¡Hombre, quedábamos 8 parejas! Se ocuparon de averiguarlo porque no les sonábamos para nada. Además, corría el rumor de que las dos parejas que “eliminamos” habían reclamado a la organización, pero que ésta no podía hacer nada, porque en definitiva, no se habían presentado y ... ¡a cascarla! El rumor dejó de serlo para mí cuando vi al Tuerto y al Paco de “Invencibles”, de pie con los brazos cruzados frente a nuestra mesa, clavándonos una mirada penetrante de esas que te hielan la sangre.
Empezamos a jugar. Medio pueblo nos rodeaba, de pie mirando la partida. Tenía un pedo para ganar un “Oscar” (menos mal que mi cuñado no bebía). No veía ni las cartas. Hacía un calor sofocante. Sudaba como un pollo. Y me reía. Me entró la risa floja y no podía contenerla. Para colmo de males ligaba que daba gusto. Nos pusimos 2-0 por delante sin darnos cuenta, porque nos entraba todo. Al barajar se me caían las cartas al suelo cada dos por tres. Jugamos cuatro manos con un rey menos, que no podía estar en lugar mejor que debajo de mi silla, hasta que un vecino gritó: ‘¡hay un rey en el suelo!. Ya no había barullo. El silencio comenzó a hacerse cada vez más pesado. Las miradas hacia nosotros se volvían cada vez más torvas.
Mi cuñado pidió permiso para ir al baño y se levantó fijándome la vista como queriendo decirme algo. Me quedé un momento solo en la mesa. Nadie hablaba. Todas las miradas se dirigían a mí. Tuve un momento de lucidez y me levanté para ir al baño yo también. Me abrieron paso en cámara lenta, tropecé con un par de espectadores y enfilé hacia el baño, asiéndome de cuanta silla encontraba por el camino. En la puerta del baño me esperaba mi compañero que ni me dejó entrar. Me cogió por el cuello de la camisa y me arrastró a la calle por una puerta trasera que solo Dios podía haber puesto allí.
Una vez fuera nos detuvimos, nos miramos, ni nos hablamos, buscamos orientarnos hacia dónde podría estar el coche y bajamos el récord mundial de los 400 metros en 4 décimas, como mínimo. Dormí la mona durante la vuelta mientras mi cuñado conducía. Al llegar a casa me pregunta mi mujer qué tal nos había ido. ¡Mal!, le dije lacónicamente.
¡Ya lo sabía!, me responde. ¿Cómo que lo sabías?...
¡Si, lo pone en tu horóscopo!: "Virgo y Libra están alineados y la conjunción entre ambos es negativa. Hoy no participe en juegos de azar".
¡Y como tú eres Virgo, sabía que no te iría bien!

3 PERSONAS HAN DEJADO SU COMENTARIO AQUI:

Anónimo dijo...

MAESTRO TE HAS SUPERADO.

PLAS, PLAS, PLAS, PLAS.

trinidad dijo...

Yo virgo, tu libras, el....escorpion.
Hay aqui, en este blog, un filon musistas-prosistas que es una delicia. Si son capaces de escribir estas autenticas perlas de la intra-historia del mus, ¡que sera jugar con ellos! Te la pueden colocar entre verso y coplilla, y donde crees que hay dos ases, te sacan ventinueve al punto.
Bueno, pues tambien pido permiso al autor, que ya no se si es Dividendo, DiviD, David o MulytipliquiD, para exhibirle en la hoguera de las vanidades literarias de un boletin de mus.

El Duque2una dijo...

¡Gracias Memonic! En nombre de Divi.
¡Y gracias en nombre mío por el enlace en tu página!
¡Muy generoso de tu parte!
Un abrazo.